Somos tan adictos a mirar fuera de nosotros mismos que hemos perdido el acceso a nuestro ser interior casi por completo. 
Por lo general, nos aterroriza mirar hacia adentro. Incluso podemos pensar que si lo hacemos, correremos el peligro de poner todo patas arriba en nuestras vidas. 
Esta es una de las últimas y más ingeniosas tácticas del ego para evitar que descubramos nuestra verdadera naturaleza. Así que hacemos nuestras vidas tan agitadas que eliminamos el menor riesgo de mirarnos a nosotros mismos. 

Incluso la idea de la meditación puede asustar a según qué persona. Cuando escuchan las palabras ‘sin ego’ o ‘vacío’, piensan que experimentar esos estados será como ser arrojados por la puerta de una nave espacial para flotar para siempre en un vacío oscuro, impersonal y desconocido. Nada más lejos de la verdad. Pero en un mundo dedicado a la distracción, el silencio y la quietud nos aterrorizan, y para no sentirlos, nos protegemos de ellos de cualquier manera. Y con esta protección, nos olvidamos de que cualquier cosa que hagamos que pueda traer más conciencia a nuestra vida, es beneficiosa, y puede cambiar nuestra vida de una manera muy positiva.

Examinar la naturaleza de nuestra mente es lo último que nos atreveríamos a hacer, y paradójicamente, es el mayor regalo que podríamos darnos.

El vacío es el corazón del yoga de los sueños y yoga nidra. Mingyur Rinponche dice: durante el día, los fenómenos parecen ser más densos. Esto hace que sea más difícil aprender sobre el vacío. Es más fácil reconocer el vacío en los sueños. 
Según los budistas, darse cuenta de la vacuidad es lo que significa d e s p e r t a r en el sentido espiritual. 

>> Si quieres leer más sobre estos temas, me encuentras en la nueva página de instagram: @bhakti_yoganidra_space

Un abrazo a todos,

Marta

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