“En el cielo no habrá matrimonios”, leí en alguna parte que decía la Biblia.. Digo yo que quizás sea porque en el cielo no se conserva la ilusión _ soledad que parcela a las almas en la tierra. Ni tampoco se conservará la incompletud inherente al plan trazado para cada humano, para cada persona, para cada comediante de esta gran simulación terrenal.

No confundas el amor con el esfuerzo que haces para que exista”. A. Jodorowsky. 

Hace un rato, intercambiaba whassups con una amiga, y en un punto le dije: –  ¿puedo utilizar parte de esta conversación para escribir un post? – Sí, claro.

Lo que sigo leyendo a través de ella, y la historia que me invento para escribir sobre lo que me sale, es una historia colectiva de una mente que continuamente transpira pensamientos que en ocasiones nos secuestran y paralizan. Nos pasa a todos. Nos creemos que los pensamientos tienen raíces, y así les damos el poder de llevarnos al borde de un abismo y a un sentimiento de soledad que nos hace acampar, en ocasiones, en un insondable espacio de vacío, y de des.conocimiento absoluto. ¿Quiénes somos? ¿Qué hacemos? ¿A dónde vamos?

El vacío, y por qué no el aburrimiento, no es de nadie, y es de todos. Cuando uno le asiste, se convierte en proeza. Cuando no, lo en.cubre de aburrimiento, un aburrimiento que obstruye nuestra capacidad de mira interna, y nuestra capacidad de atención, lo que a mi amiga le llevará a ausentar.se del éxtasis presente y a una búsqueda insaciable -de “no sé muy bien qué es lo que quiero, ni lo que busco, porque en el fondo a lo único que quiero encontrar es a mi misma y no sé cómo hacerlo, porque me aburro y no quiero aburrirme”- que nunca se extinguirá, y le hará perderse de vista una y otra vez.. Nos pasa a todos.

Y así, hará siempre todo lo posible para no estar con ella, para no vivir ese vacío que que no tiene nombre, lo que le hará sentirse ahogada en ocasiones, y entonces acabará abreviando todo su caos interno con un: “puta mente. me aburre”, confundiéndose con su mente, queriendo parar un pensamiento con otro pensamiento sin vía de salida..

Y este mismo vacío, o sensación de in.completud, es el que le lleva a mi amiga a acostarse con la ausencia de su exnovio muchas noches, porque erróneamente le hace creer que es a él al que echa de menos, sin darse cuenta que lo que echa de menos era el  estado de completad propio que él le reflejaba en los meses que compartieron sus días y sus vidas. “Con él, era todo cómodo, cotidiano, salíamos de la ciudad, teníamos planes, hacíamos cosas diferentes, me entretenía, me hacía muy feliz, y ………” Exteriormente, estaba todo bien. Exteriormente, ella se creía que todo esto se lo daba él, como si existiese el mundo externo e interno.

Y bien, en el último post, dije que hablaría sobre el des.amor, aquí la excusa perfecta: mi amiga que se acaba de separar, que me escribe un whassup, y yo que la utilizo a ella para hablar de mi.

Repaso mis relaciones, una a una. Y encuentro un denominador común en todas ellas:  la des.ilusión, y el esfuerzo por hacer que el amor exista para que la desilusión se desvanezca, empeñándome en un amor sin raíces que quiere echarse a volar. Me doy cuenta que la entrega la confundí con dependencia, y que la no entrega se puso en demanda de la necesidad de la mirada del otro, en la necesidad neurótica de que el otro me valorase, y me hiciese sentir única entre la multitud. Que a mi me guste el otro o no, que yo tenga el valor de preguntarme si le quiero o no, eso es secundario, pero que yo le guste a él, que él me elija a mi, oh dios, eso es esencial. Busqué el cobijo de una madre, y la seguridad de un padre. Y gracias a que vida me trajo in.fidelidades, brusquedades, y todas esas cosas que me dejaron con la estima embriagada de tristeza, comprendí que igual que el mar no culmina en el horizonte, el sufrimiento puede llegar a ser aniquilador cuando quiero escapar de él, cuando no le miro de frente, cuando no me atrevo a preguntarME de verdad: y yo ¿¿soy yo capaz de amar.le??

En medio de esta no comprensión del amor, el des.amor y las relaciones, un día me empecé a leer la bibliografía entera de Joan Garriga, y su libro «el buen amor en la pareja», y parece ser que me voy medio percatando que las relaciones no nacen para hacernos felices o infelices, y tampoco nadie en este mundo nace con ese poder. Las relaciones nacen para darnos consciencia, y no siempre para alegrarnos el día. Lo único que hay son espejos donde podemos mirarnos de frente y desnudos como una oportunidad sublime más de crecimiento y de indagación en nuestra propia consciencia, -la de todos-, donde podamos utilizar al otro para ver qué nos pasa a nosotros mismos. Lo del culpable, la víctima, el verdugo, y todas esas cosas es pura mentira.

La responsabilidad es siempre nuestra.

Del encuentro.

“(…) No estoy enamorada de ti, Harry, tan poco enamorada como tú de mí. Pero te necesito, como tú me necesitas. Tú me necesitas actualmente, de momento, porque estás desesperado y te hace falta un impulso que te eche al agua y te vuelva a reanimar. Me necesitas para aprender a bailar, para aprender a reír, para aprender a vivir (…)”. El lobo estepario. Herman Hesse.

“(…) Sin embargo, solo las pasiones, y las grandes pasiones, son las que pueden elevar el alma a las grandes cosas. ¡Bello proyecto aquel de un devoto que se atormenta como un loco para no desear nada, no amar nada, no sentir nada y que, si llegase a cumplirlo, acabaría convirtiéndose en un verdadero monstruo!». Diderot (1713–1784).

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