No sé si la gente se da cuenta de que se va a morir.

Todos nos vamos a morir. Nos vamos a morir bastante pronto… un par de décadas. No sólo nos vamos a morir nosotros, sino que todas las personas que conocemos. Es una verdad. ¿Cómo es que vivimos como si no nos importara? ¿es que lo sabemos o lo sabemos sólo intelectualmente? No lo sabemos emocionalmente.

A un contemporáneo de Maoma, Uwais al Qarni, una vez le preguntaron ‘cómo te sientes’ y dijo: ‘como uno que se va a morir’. Y el que le hizo la pregunta le dice ‘pero eso lo podría decir cualquiera. Esa es la situación humana’. Y el dijo ‘¿pero lo sienten todos?'». Es decir nos vamos a morir, pero no lo sentimos. 

«¿Cómo es que no sentimos que nos vamos a morir?» Si sintiéramos que nos vamos a morir seríamos mejores personas, no seríamos tan narcisistas, si sintiéramos que nos queda poco tiempo para vivir lo aprovecharíamos mejor. Si sintiéramos que la muerte está a la vuelta de la esquina, que puede llegar inesperadamente, si realmente sintiéramos eso, tal vez nos dedicaríamos un poco más a buscar eso que no es mera supervivencia y comodidad o dinero, o estatus. Las cosas más profundas de la vida las buscaríamos más si supiéramos que la vida es un recurso escaso (…) sabemos cosas intelectualmente, pero no las sabemos con nuestro ser. No la sabemos con todo nuestro ser porque son demasiado grandes, profundas, o indigeribles. Una persona mientras más alejada vive de la verdadera vida, mientras más pérdida está una persona, mientras menos está en sintonía con sus potencialidades, con su destino, mientras menos está viviendo para el bien de su alma y el bien de los demás, más traumática la consciencia de la muerte.

¿Qué es lo que la gente menos conoce de la vida? La ceguera. La gente no se ve el punto ciego. Es el mecanismo de la represión, el mecanismo por el cual no se ven ciertas cosas que están delante de los ojos. Es muy universal, la naturaleza nos dio la posibilidad no solo de ver, sino también de no ver cuándo no queremos ver. Gurdjieff decía a comienzos de siglo que se nos ha implantado un órgano especial para adormece en nosotros la consciencia de la muerte. Que la naturaleza misma nos quiere inconscientes. Que vivimos vidas de seres biológicos para los fines de la naturaleza.. y que vivir para un fin superior es como querer meter en la naturaleza algo que está en otro nivel.

Pero el propósito de la vida se satisface en ser más consciente. Todas las tradiciones espirituales consideran muy en serio eso de que la consciencia empieza por la consciencia de la muerte. O dicho de otra manera, que todo es transitorio, evanescente, que este momento que estamos viviendo aquí, si no lo vivimos, no lo vamos a agarrar nunca más. Y no son las cosas externas, es que estamos buscando a Dios, y Dios es lo que acaba de pasar pero no lo alcanzamos a ver. Dios está al alcance de nuestra mirada interior. Pero el momento es muy pasajero y no estamos preparados para captar eso. Y vivimos con una sed de captar «eso», aunque no sepamos ponerle nombre. Y esa sed nos lleva a fantasear con tal o con cuál otra satisfacción que cuando se satisfaga este deseo o cuando incluso acabemos esta cadena de pensamientos, quedaremos satisfechos.

Estamos presos de nuestras fantasías de la misma manera que la gente que se queda presa de la TV. La TV que hace industria del chisme. Y te mantiene así entretenido. Porque la gente ya está tan desconectada de dentro que el vacío se le hace un peso. Para llegar a uno mismo, que es lo único que nos daría satisfacción, tenemos que pasar por una antesala de hielo, por una antesala de temor al vacío, o una antesala de intuir nuestra mortalidad.

Claudio Naranjo.

Fotografía: Benny H. V Andersson.

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