Localizar la excusa que te protege de vivir la realidad que deseas, después vomitar la excusa.

Ponerte al servicio de tu ahora es ponerte al servicio del enigma de la humanidad. La invitación es a seguir en todo momento la llamada profunda de lo que te de más vértigo, y hacerte un baño con espumas dentro. Ver qué pasa.

La vida no es una empresa, ni una fábrica de logros, ni hemos nacido para hacer cosas que no nos entusiasma hacer, por mucho que nos convenga creernos el cuento de lo contrario. Por mucho que lo sigamos haciendo. Por mucho que te lo sigas imponiendo. No puede ser que hayas nacido para obedecer a algo que no has creado tú.

Somos tan eternos y efímeros como un chasquido de dedos, en esta paradoja brota la vida. En esta inclusión de este espectáculo de internas luces y sombras, nos expandimos y contraemos. En el punto neutro, la eternidad. Ahí nacimos. Ahí renacemos.

Que la atención sea hacia adentro y la invitación sea convocada desde la consciencia, que no se desoriente ella con el miedo.

Mi espacio es un espacio dedicado al contacto interno, a la conexión de lo visible con lo invisible.

Mi orientación es vivir y participar en este instante como si todos nos fuésemos a morir en el próximo bostezo, convocando al yoga de sentirnos plenamente curiosos por explorar quiénes somos.

Que juntos cooperemos con las personas que la vida nos regala de frente. Para desconocernos mejor. Para sacudir los esquemas antiguos de entendimiento. Para que desde el arrojo de la individualidad, creemos una vida más placentera para todos, libres de salvación, libres de sufrimiento. Para despertar al sueño.

Fotografía: Susan Seddon Boulet.

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