Entrecierra los ojos como para el recuerdo, o para percibir un punto remoto en el horizonte.

Lontananza: el tiempo que se tarda en recorrer el espacio que nos separa de lo que fuimos. Un tiempo largo -longtemps- el de la lejanía. El isleño acostumbra a hacer este gesto: levanta la cabeza y fija un punto sobre el mar en dirección a algo que no ve, pero que está, sabe que está.

Y así se queda,

detenido,

perdido para el aquí,

suespendido,

por un tiempo.

Y así también nuestros ancianos, sentados en un banco o en una butaca del salón, se detienen, al principio durante unos instantes, que luego se convierten en horas, y después en días, con la mirada fija en algún punto del aire. Ese punto es su lontananza.

Texto: Chantall Maillard.

Fotografía: Neil Krug.

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