“Uno no puede hacer nada por las personas que ama, solo seguir amándolas.” Fernando Savater.

Se llama Me Olvidé. Y nació con los ojos húmedos.

Su presencia es de aquellas que purifica y bendice.

Me Olvidé está llena de detalles visionarios que solo un gavilán puede oler.

Su mirada contiene un abismo donde de la nariz para arriba es una niña arrebatada de delirio, y de sus labios a la tierra su comida favorita es nadar desnuda en la ribera donde todo ha sucedido ya.

Nació en Londres, pero pertenece a las estrellas. Y siempre duerme abierta de pies con una manta de plumas en una cueva que no tiene sofá.

Me Olvidé desata promesas que relata en un libro que escribe sobre nada en general. Es un libro en carne viva, donde da comienzo haciendo el amor con su mejor amiga y el hombre al que ama. Donde se elevan tan, que aún no regresan.

Ella nunca hace que la vida sea pequeña sino abundante, ve fascinante lo que otros dicen raro y desayuna tostadas con caviar. Suele sacudir cimientos ajenos y tocar el tambor.

Me olvidé abre portales de luz, y hace una eternidad se bajó del pedestal de su aldea, y dejó de disimular. La mitad del tiempo es oscuridad y la otra mitad da igual. Su bisabuela y la tuya se disolvieron en ella.

Me olvidé viaja con una escoba para recordarle que está en todas partes, y que no existe nadie detrás ni delante. Sus planes no tienen tiempo. Y sabe que amar es también saber irse, como decía A. Gala.

Me olvidé siempre elige en una vida que no siempre concede alternativas. Ella contiene, pero nunca vuelve.

Me olvidé es una especie en peligro de expansión.

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