Hace no mucho me vi en medio de 23.000 semáforos y coches pitándome. Estaba en medio de un sueño, y no podía moverme. Casi que se me paró el mundo, como a Don Juan. Esta vez conseguí abrir los ojos a medias, no como en los otros sueños, pero solo podía ver nublado. No pude distinguir muy bien qué es lo que era realidad, y qué es lo que era sueño. Casi que no me podía comunicar. Le llaman espacio liminal. Y en ocasiones, da miedo entrar.

Cuando me desperté, estaba en la isla de Koh Phangan, Tailandia, en el paso del 2016 al 2017. Leí lo que escribí en un papel el 1 de enero:

He tenido la experiencia más dura, extravagante y

bonita de toda mi vida.

No sé qué escribo. Escribo lo inenarrable.

Hace unas lloras oré de felicidad,

Perdón, hace unas horas lloré de felicidad.

De repente,

su voz ya no eran ícaros,

eran figuras caleidoscópicas llenas de vida,

imperios geométricos,

volcanes de fractales que nacían de la tierra

convirtiéndose en sonidos que a su vez

se desvestían en colores virantes,

era un espectáculo de luces.

Mi piel se estaba abriendo.

Inmensidad,

náuseas,

asombro,

eternidad.

g e m i d o s.

Y al mismo tiempo, un miedo.

que paría de mi útero en forma de

oscuras serpientes que daban a luz dentro mía.

Y al mismo tiempo, un hilo dorado.

que se conectaba al lado derecho de mi corazón

desde las estrellas, queriendo romperse.

Una voz paría de un cactus:

aprender es recordar de dónde venimos,

pensar es escuchar,

no hay otro aprendizaje posible en esta vida.

No te creas nada de lo que ves,

no te creas nada de lo que te cuentas,

es mejor no sacar conclusiones.

Los finales se parecen a los principios.

Los ojos no son los portadores de la visión.

Ví el mundo desde arriba en cajas.

Y me entró la vida. No la vida. Digo la risa.

y desaparecí de mi propia risa. y de mi propio

llanto en un silencio que me abrió la boca de fascinación.

No entendía nada, pero duró un instante

sin tiempo que fue como si hubiese

entendido todo en forma de boca que se abre

y de lágrimas que se escurren.

Y el dolor y el amor,

sin pausa dándose paso,

bailando un tango.

Acompañados.

*Notas de un diario.

Fotografía: Tuco Amalfi.

error: Content is protected !!