«Si un hombre experimenta durante algunos meses con la consciencia, directamente se dará cuenta de cuál es la comida apropiada para él, qué comida le da tranquilidad, paz y salud. No hay dificultades reales, pero como no le prestemos atención a la comida, nunca podremos descubrir cuál es la comida correcta». Osho.

Me preguntaron: ¿Realmente tengo que ser vegetariano para ser un buen yogui?*,

Realmente, no era la cuestión de ser o no vegetariano lo que me llamó más la atención de, sino la parte de «llegar a ser» un «buen» yogui. 

> Cuando fui a la India por primera vez, mi amiga Irene me dijo: ¿sabes que una amiga a se fue a la India y se volvió vegetariana? Le comenté que nunca haría eso. Aterricé en Delhi, fui a un orfanato de voluntaria con niños a Rishikesh, una de las ciudades sagradas de India donde es muy difícil encontrar una dieta que no sea vegetariana, y desde entonces, sin ser una decisión deliberada, no he vuelto a comer carnes ni pescados.

Normalmente, es al revés. La persona comienza a practicar yoga o meditación, desarrolla una cierta sensibilidad y escucha del cuerpo, y es esa sensibilidad la que un día le hace, orgánicamente, intervenir de forma más consciente en su manera de comer, desde el qué hasta el cómo, porque se da cuenta que ciertos alimentos no favorecen su digestión e influyen en su estado de ánimo, en su práctica de yoga, y en la manera en la que se relaciona con él mismo y como extensión, con los demás. Hay cierto grupo de alimentos, por citar un ejemplo, (los denominados sátvicos) que nos vuelven más abiertos, más ligeros, más presentes, y existen otros que nos hacen sentir más pesados, malhumorados y agresivos. 

Si hablamos de alimentación y yoga, podría redactar una lista interminable de argumentos para hacer reflexionar a cualquier persona sobre el consumo de carne, o podría reproducir los textos de Gandhi, de Einstein, de Tolstoi, o de Theoreau, en pro de una dieta vegetariana, o escribir algún artículo sobre cómo el comer la carne de los animales muertos, dicen que trae consecuencias kármicas no del todo favorables, o podría hablar del principio de ahimsá (no violencia), o  proyectar un vídeo horrible de la matanza de animales, como hacen en muchas escuelas de yoga para convencerte de cómo la dieta vegetariana es infinitamente mejor que una dieta con carnes para una práctica diaria de yoga como ya nos dijeron nuestros predecesores: Sivananda, Krishnamacharya, Pathabis Jois, Iyengar, etc. 

Pero si seguimos esta línea, nos olvidaríamos de preguntarnos a nosotros mismos qué es lo que nos viene bien, más allá de toda moda, más allá de todo dualismo y necesidad de encajar en un cuerpo deseado o algún sistema de yoga o de creencia: esto está correcto versus esto está incorrecto / debería versus no debería / calidad versus placer.

Así que personalmente no creo que se trate de adoptar este u otro hábito para llegar a ser «algo», porque esto son solo más trampas, que confunden el cuidarse con el obsesionarse, el hacer con el ser. Creo que todo tiene que partir de una exploración, y sentir qué alimentos a ti te hacen sentir bien, independientemente de qué hagan el resto de yogis del planeta. 

> Para evitar este tipo de imposiciones o de etiquetas, la única medicina que yo veo es el despliegue de nuestra esterilla a lo cotidiano, para que cada situación que vivamos se convierta en una especie de lab.oratorio, para que si tiene que cambiar algo que cambie a lo natural, y no a lo impuesto, ya sea de temas de alimentación, de hábitos de salud o de lo que sea.. Si hay que elegir algo, que no solamente sea por concepto, porque te lo ha dicho tu gurú o porque es lo que se lleva, sino que pase por una escucha más interna del cuerpo, y de qué es lo que realmente te está pidiendo porque te sienta mejor que lo que antes comías por hábito e inercia porque creías que te hacía sentir más: más vivo, más persona, más «sano»…. sin observar los efectos que trae a tu vida, sin preguntarte por qué comes lo que comes y tener la curiosidad de investigar cómo ello afecta a tu organismo, y por extensión a tu vida.

“Cuando la alimentación se convierte en una obsesión que afecta la vida cotidiana, las relaciones sociales y la propia felicidad, tenemos que empezar a pensar en la posible existencia de una patología”, dice María José Zamora. No podemos vivir para comer, lo deseable es comer para vivir. 

* Esta es la segunda pregunta que aquel amigo y practicante me hizo al margen de: sugerencias para tu blog.

>> Comparto un vídeo de Eckhart Tolle hablando acerca de la alimentación:

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